jueves, 9 de julio de 2015

Lo mejoro en estos días, lo prometo

Los hombres podrían clasificarse en 2: los que me gustan y los que no. Los que no me gustan ya no clasifican. Los que me gustan también podrían clasificarse. Por ejemplo, uno de mis favoritos son los que no parece que fueran lo que son. Está el típico guapo, ingeniero de sistemas, políticamente correcto, trabajador de oficina, con Peugeot 2 puertas, yupi (o como se escriba) que en realidad es un adicto al sexo, que le gusta leer y tiene grandes y fugaces momentos en la escritura y además un fanático de la meditación y de darse durísimo montando en bicicleta. Otro puede ser un típico dueño de bar, adicto al shopping,  que se viste como los mejores y ser un genio, arquitecto, gran lector con un pensamiento paralelo al humano. Está este otro, con el que he tenido contacto últimamente, que es un ser que parece frágil y amable, bondadoso y que raya en el "buena gente" y en realidad es un sádico, salvaje que esconde su fuerza no sé en dónde, que también le gusta leer con una mano mientras asfixia a la víctima con la verga.

Me gustan los bolsillos secretos y la gente invisible, todos esos que tiene vidas que parecen pero no son... Me gusta mirar a donde la gente no mira, a ese pedazo que no se les ve. 

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